A dicho ejercicio se le llama «jerarquizar» la información. Consiste en generar opinión pública. En otras palabras: lo que no se cuenta (en los medios) no existe. Es la razón por la que de repente nos enteramos, cuando ya habían prescrito, eso sí, de parte de los delitos del rey Juan Carlos I. No nos enteramos antes. Tampoco pareció preocuparnos, dicho sea de paso. A la vez parecimos caer en la cuenta de lo del Valle de los Caídos, las fosas y, entre otras cosas, la salvaje violencia habitual y omnipresente contra las mujeres. Estaba ahí, todo eso estaba ahí durante nuestras cuatro décadas de rampante democracia, pero sencillamente no se contaba. O sea, no aparecía en los medios.
De pronto, los medios dan noticia de la violación de dos niñas de 12 años. Doce años son muy pocos años, esas niñas son muy muy niñas. La dan, y a otra cosa. Pero todo lagarto arrastra su cola y hoy nos levantamos con la noticia de que «Una investigación concluye, ante la falta de estadísticas oficiales, que entre 2016 y 2021 se produjeron 274 agresiones sexuales múltiples«. En España. Cuatro agresiones sexuales grupales contra crías solo en las últimas tres semanas.
Bien, la violación de niñas en manada ya no resulta impensable en esta sociedad. Es algo que sucede a menudo. A menudo. A menudo. A menudo. Está claro que, si tal violencia sucede y ni siquiera merece titulares diarios, es violencia tolerada. Corresponde a las instituciones públicas ocuparse seriamente de este espanto, sin duda, pero sobre todo es el momento de que los medios de comunicación se hagan cargo de su responsabilidad en este asunto y lo coloquen en el lugar que le corresponde.
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