Por Micaela Fernández Darriba
Para Diario Digital Femenino
Ilustración “Corazón partío”de Luz Darriba
Suele suceder que al rememorar alguna imagen sobre el “amor” construida en base a cierto registro publicitario, cinematográfico o literario, no se nos aparezca ninguna escena de la película “Felices juntos” de Wong Kar Wai, o no encontremos quien sostenga que “Thelma y Louise” es una film de amor entre mujeres heterosexuales. Hace unos años cuando se estrenó “Frozen”, de Disney, algunas voces en las redes reclamaban que Elsa, una de sus protagonistas, debía salir del placard en la siguiente saga. La razón era que si Elsa no formó pareja, ni manifestó amor por un varón en toda la película y si un personaje femenino no forma pareja es porque es lesbiana (¿?).
La representación hegemónica sobre el “amor” que perdura en Occidente es patriarcal y heteronormativa, ya que está sostenida por la construcción “romántica” del amor. El romanticismo fue un movimiento cultural, artístico y político encabezado por varones vinculados a la figura de “genio”, atravesados por una mirada androcéntrica. Recuerdo cuando un profesor en una clase en la Facultad explicaba el romanticismo con una metáfora contundente: el poeta romántico era ese hombre burgués que se “enamoraba” a primera vista de una campesina analfabeta. El poeta le dedicaba sus escritos a una mujer que no hablaba, ni le respondía, una mujer a la que consideraba tan hermosa como una flor pero que en el fondo no dejaba de ser, para él, tan solo una planta. No obstante, la contrapartida, es decir el lugar de las mujeres en las construcciones históricas y contemporáneas, sigue profundizando una relación desigual entre quien vendría a ser el poeta (dueño del saber y la poesía) y la campesina (de notable pasividad y supuesta beneficiaria de los poemas de “amor”).
La socióloga Esther Pineda, especialista en el tema y autora de varios libros en torno a la problemática, sostiene que el ideal del amor romántico es uno de los principales mecanismos sobre los que se ha sostenido la dominación masculina. “La feminidad en nuestras sociedades se mide por el grado de renuncia, abnegación y devoción de las mujeres, de lo que están dispuestas a sacrificar o lo que están dispuestas a soportar por amor. Estos discursos y representaciones son ampliamente difundidos en series, telenovelas, programas de variedades y revistas dirigidas al público femenino, en los cuales se legitiman los imaginarios de la “media naranja”, el “amor de la vida”, “el amor es dolor”, “el amor aguanta todo”, los cuales son muy peligroso porque es precisamente en ellos que se realizan y justifican actos como la violencia de género”.
Por su parte, Liliana Hendel, psicóloga y periodista, sostiene en su libro “Violencias de género. Las mentiras del patriarcado” que: “Los feminismos coinciden aún, desde sus diferentes posiciones teóricas, en que la construcción patriarcal de ese amor romántico daña la autoestima, la autonomía y unas cuantas cosas más de las mujeres. Sobre todo, en el inicio de la adolescencia y en la mitad de la vida, cuando los hijos, si los hubo, concretan proyectos propios”.
Los feminismos han tenido un rol central al desbaratar estos discursos que en no pocas ocasiones conllevan violencia y sexismo en gran parte de sus postulados. Cómo no mencionar a las anarquistas, a Kate Millett y a Betty Friedman, o Elisabeth Badinter, pasando por figuras masculinas como John Stuart Mill, influenciado por su pareja Harriet Taylor, quienes desde el liberalismo impulsaron el divorcio en una Inglaterra marcada por el puritanismo victoriano.
La historia del feminismo, y del activismo por los derechos de las mujeres está plagada de relatos en donde las mujeres han sido atravesadas y marcadas por la lógica del “amor romántico”. Este es el caso de la anarquista Emma Goldman, que es recuperada por la escritora española Lola Robles Moreno este 14 de febrero. Un 14 de febrero fue la fecha que Lola Robles Moreno eligió para presentar el libro “Feminismo y anarquismo”, una selección de textos sobre las mujeres y el feminismo de Emma Goldman. “Emma Goldman cuestionó profundamente la familia tradicional, el matrimonio y la monogamia. Vivió diversas relaciones de amor libre, después de separarse de su único marido, con el que se casó muy joven. Aunque a veces sufrió y conoció también el desamor y los celos, siempre puso por encima de todo su deseo de libertad propia y su apuesta por una relación igualitaria, nueva, libre también por las dos partes. No creía en el matrimonio porque en su época era la única salida y modo de subsistencia para muchas mujeres, de ahí que Goldman lo comparara con la prostitución”.
Los medios y la publicidad una y otra vez vuelven al mismo discurso unívoco del amor romántico.
Es evidente que todos los seres humanos necesitamos del amor. Y las mujeres y las feministas no somos la excepción. ¿Pero, no deberíamos cuestionar los discursos que giran en torno a un amor que aún hoy nos oprime?
Segundos antes de que el cantante argentino Cacho Castaña hiciera su ya célebre “apología de la violación”, habían quedado en el recuerdo sus palabras acerca de los “poetas” (románticos) y su relación con las mujeres (musas, pasivas, de las que no se conoce “pensamiento” alguno). El cantante y compositor amante del “amor” había manifestado: “(…) andá a saber qué piensan las mujeres. Hace años los poetas queremos saber qué tienen en la cabeza y nunca lo supimos, hagan lo que quieran, relájense. Si la violación es inevitable, relájate y goza”.
¿Por qué todavía sobrevive después de casi tres siglos un discurso que sitúa al amor patriarcal y a la opresión hacia las mujeres como eje de nuestros modelos afectivos?
Sonia Magasinik (referente feminista del Movimiento Socialista de los Trabajadores) comprende, en este sentido, que es fundamental dar la discusión y para ello coordina y programa la charla/debate “Las trampas del amor romántico” para este 14 de febrero. La activista considera necesario dar el debate acerca de los “mitos del amor romántico” desde el feminismo y desde la izquierda, entendiendo que esta problemática involucra tanto al capitalismo y al consumo como al patriarcado. En este sentido, Sonia Magasinik afirma: “En el caso del mito del amor romántico, nos presenta una sola manera de amar, un amor idealizado, heteronormativo y monogámico basado en la idea de propiedad privada, y sostenido por la desigualdad entre hombres y mujeres. Este amor invisibiliza las múltiples formas de amar y la disidencia sexual. El amor romántico, o amor patriarcal, refuerza los estereotipos de género y presiona a las mujeres a sacrificar su autonomía, a soportar celos, control o maltrato, en pos de un amor que se supone debe ser eterno”.
¿Podemos considerar el amor como una trampa para las mujeres y otros colectivos?
Los medios de comunicación y la publicidad, así como las imágenes que nos llegan del cine, la literatura y el arte canónico, ofrecen un discurso único. Un discurso que funciona como representación y mayoritariamente como eje disciplinador de un sistema. En este punto, podría pensarse que ese discurso hegemónico nos interpela de diversas maneras a los diferentes colectivos sociales y especialmente a las mujeres.
Las recientes declaraciones del actor de telenovelas Facundo Arana en un programa de espectáculos sobre su ex pareja hablan de este discurso hegemónico del amor romántico. “Yo estoy muy feliz por ella, estoy feliz cuando una mujer se hace madre porque ahí verdaderamente se realiza. Por supuesto que después te realizas con tus sobrinos y con los hijos de tus amigos, ustedes ya lo saben, pero verla madre es extraordinario, rezo para que todo vaya bien, y la veo realizada. Como mujer primero, porque encontró al hombre de su vida, y como madre ahora, o sea que está realizada completa, me pone absolutamente feliz por ella”.
En un artículo de Beatriz Gimeno titulado “Madres en la trampa del amor romántico” publicado por la revista Anfibia, la pensadora feminista expone su hipótesis acerca de cierto desplazamiento del amor romántico hacia la maternidad. Una nueva subjetividad se construye en torno a una “maternidad romantizada”. “La necesidad, no ya únicamente el deseo, de incorporarse a un mercado laboral segregado sexualmente ha resultado una experiencia no tan satisfactoria como podíamos esperar: brecha salarial, sueldos muy bajos, precarización, techo de cristal… esto es lo que esperaba a las mujeres al incorporarse al mercado laboral y, a cambio, no se ha producido el cambio necesario en la esfera privada, un reparto real del trabajo reproductivo con los hombres. En estas condiciones, contando además con el avance ideológico del neoliberalismo, era esperable que en algún momento se produjera un repliegue sobre aquellos espacios mistificados, especialmente el de la maternidad, que son más acordes con las expectativas culturales de las mujeres y que ofrecen mayores satisfacciones subjetivas”.
La idea de que una mujer si no es madre está “incompleta” continúa su derrotero en el imaginario colectivo y es alimentado y reproducido por el discurso de los medios, la publicidad y las representaciones culturales.
Lala Pasquinelli es artista visual y coordina un proyecto denominado “Mujeres que no fueron tapa”. “Mujeres que no fueron tapa” expone las imágenes de las revistas de moda y farándula de la Argentina y exhibe cómo aparecen y no aparecen y cómo son representadas las mujeres en un espacio significativo de los medios gráficos. La artista y creadora de “Mujeres que no fueron tapa” sostiene que las mujeres aparecen en torno a tres temas principales: “el amor de un hombre de quien vendrá la felicidad o la desdicha, la maternidad, tener hijos, desear tener hijos, mostrar a los hijos que nacen; y el cuerpo, mantener y preservar una apariencia joven de sus cuerpos, plantear una batalla a la naturaleza como si eso fuera algo valioso”.
El discurso de los medios y las representaciones culturales nunca puede ser desvinculado de la afirmación y legitimación del sistema patriarcal, también etnocentrista y racista. De esta manera, Esther Pineda advierte que en “las comedias románticas que tanto han contribuido a consolidar el imaginario amoroso de occidente y otros productos mediáticos, no existe la diversidad étnica, la mayoría de las parejas están conformadas por hombres y mujeres blancos que responden a los estereotipos de belleza canónicos, y en las pocas oportunidades en que la diversidad étnica y la interracialidad es incluida en estas narrativas es en términos de conflicto, relaciones imposibles, limitadas, a las que todos se oponen, marcadas por las diferencias”.
El discurso del amor romántico exhibe fisuras. ¿Podría pensarse en nuevos discursos y nuevas representaciones ligadas con la autonomía y la emancipación del colectivo femenino?
Para todos los seres humanos la idea de amor, de cuidados e incluso la opción de la maternidad o paternidad son temas centrales. Por ello, necesitamos de relatos y representaciones nuevas que den cuenta de estas relaciones humanas y que a su vez construyan otras prácticas ligadas con la igualdad.
La imagen de aquellos poetas románticos que veían a las mujeres como vegetales ha quedado en el tiempo. Sin embargo hay un discurso que persiste y se reproduce y que puede observarse tanto en los relatos y cuentos infantiles como en los escaparates de los centros comerciales. El amor es un hecho político. “Lo romántico” también, como sostiene Coral Herrera Gómez en su libro “La construcción sociocultural del amor romántico”: “El amor se puede descapitalizar y despatriarcalizar”.
Las mujeres fuimos relegadas y condenadas a no escribir nuestros propios relatos. En la actualidad a la proliferación de imágenes plagadas de estereotipos y clisés en torno al amor le suceden otras imágenes que sirven para cuestionar no sólo aquellos discursos sino nuestras propias prácticas. Las encontramos en fragmentos, desperdigadas, en espacios acotados, pero si las reunimos, las unimos y las reconstruimos en un nuevo discurso, será uno diverso, de esos que sólo nos permiten replantearnos la vida y nuestra propia historia.
Fuente: http://diariofemenino.com.ar/v2/index.php/2018/02/14/fragmentos-feministas-de-un-discurso-amoroso/