Estas son las 39 preguntas que la policía hace a una mujer cuando denuncia violencia machista

Oct 15, 2021 | General, Justicia, Violencia

El test permite evaluar el riesgo y aplicar medidas para protegerlas

36.200 mujeres amenazadas por la violencia de género viven con protección policial en España

¿En los últimos seis meses ha mostrado (el agresor) celos exagerados? ¿Acoso? ¿Conductas de control? ¿En el último año se han producido daños materiales? ¿Tiene el agresor antecedentes policiales por violencia de género a otras parejas? ¿Acceso a armas de fuego o a otras armas? ¿Agrede físicamente a terceros y/o animales? Estas son algunas de las 39 preguntas que se incluyen en el Cuestionario o Test Viogen, que desde hace años la Policía Nacional, la Guardia Civil y las policías autonómicas realizan a las mujeres víctimas de la violencia machista, cuando deciden denunciar y pedir ayuda.

Un cuestionario -no un interrogatorio- que sirve de escudo, también de arma, para hacer frente al agresor. Tiene nombre propio: formulario de Valoración Policial del Riesgo (VPR), y es de suma importancia ya que antes de su creación (e incluso en el arranque fallido de la misma) el número de mujeres asesinadas tras haber sido consideradas, erróneamente, con riesgo bajo era muy alto. Tristemente alto.

39 preguntas que son clave

Las preguntas policiales se agrupan en cuatro dimensiones: las primeras se centran en el episodio denunciado (tipo de violencia, amenaza, insulto o vejaciones). Las doce siguientes ponen el foco en el agresor («¿Tiene problemas laborales o económicos?», «¿Tiene antecedentes policiales?»). Con estas, los investigadores tratan de analizar su conducta, comportamiento y/o indicadores psicopatológicos que puedan elevar el riesgo para la mujer.

Además, en este mismo bloque abordan la relación de pareja, extinta o no, entre la víctima y el denunciado (especialmente celos, control y conductas de acoso). El cuestionario continúa con preguntas sobre las características de la víctima («¿Carece de apoyo familiar o social favorable?», «¿Existe algún tipo de discapacidad o enfermedad grave?») para evaluar su vulnerabilidad y las circunstancias que puedan precipitar acciones violentas. El test concluye con preguntas orientadas a reducir su propio riesgo y el de los menores o familiares, en caso de haberlos, que convivan con la mujer.

En constante evolución y perfeccionamiento desde que se creó en 2007, el VPR experimenta ya su séptimo cambio. Según voces expertas en violencia de género, no será definitivo. Son los propios policías los que afinan y determinan su idoneidad a lo largo de estos años.

Trazado el perfil, características, historia y trayectoria del maltratador, se realiza un informe. Con este se fijan las necesidades inmediatas de protección para la mujer y se informa al juzgado del riesgo que sufre la víctima.

36.200 mujeres en riesgo

Las cifras no disminuyen y la amenaza es constante. En la actualidad, según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Igualdad, de finales de agosto, 36.200 mujeres viven en España con protección policial específica, en riesgo (ya sea bajo, medio, alto o extremo). Es un 11 por ciento más que en la misma fecha de hace un año (32.623 víctimas a cierre de agosto de 2020), y un 20% superior si atendemos a los datos recogidos a comienzos de septiembre de 2019, antes de la pandemia. La alerta crece, la lacra aumenta.

RIESGO NO APRECIADO

Se toman las mismas medidas, de tipo operativo y asistencial, que para cualquier otro ciudadano que presenta una denuncia. Se facilita información de derechos y de recursos que tiene a su disposición.

RIESGO BAJO

Se establecen contactos personales, esporádicos, de la policía con la víctima.

RIESGO MEDIO

Se realiza una comprobación periódica del cumplimiento de las medidas judiciales de protección. Entrevista con personal de Servicios Asistenciales que atienden a la víctima / Puntos de Atención Municipal, para identificar otros modos efectivos de protección. Se ofrece a la víctima la opción de trasladarse a un centro de acogida. 

RIESGO ALTO

Vigilancia frecuente y aleatoria en el domicilio y lugar de trabajo de la víctima, así como en entrada/salida centros escolares de sus hijos. Se realiza un seguimiento del agresor mediante dispositivos electrónicos y policiales.

RIESGO EXTREMO

Vigilancia permanente de la víctima hasta que las circunstancias del agresor dejen de ser una amenaza inminente.

Diseño de un plan de seguridad personalizado.

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