El caso de Fayna o cómo el Yoyas se ríe de la justicia

Mar 1, 2023 | General, Justicia, Violencia

Ana Bernal Triviño

Carlos Navarro, El Yoyas, sigue prófugo de la justicia. Y ayer Fayna Bethencourt, su ex pareja, lo denunció en el programa de Chester, de Cuatro. Fue reconocida ante la justicia como víctima de malos tratos continuados y ahora habla como superviviente. Se pregunta cómo es posible que este señor siga en la calle, sin ser detenido y se pone la lupa sobre las leyes, señalando que hay un «agujero» legal. 

La respuesta a por qué ocurre el caso de Fayna es sencilla. Porque, contra todo pronóstico, contra todo bulo, lo que le ocurre a Fayna demuestra hasta qué punto el Estado de Derecho ampara y respeta los derechos del acusado/condenado, perjudicando en ocasiones a la propia víctima. Es decir, en contra de ese mito de las mujeres malvadas que hablan y te lleva al calabozo fijo o la idea de que las víctimas de violencia de género tienen ventajas, el caso de Fayna demuestra lo que ocurre muchas veces: que ellos tienen sus garantías procesales, a veces, por encima de la propia seguridad de las víctimas porque todo depende de la valoración del riesgo. Explicándolo claro y de forma esquemática: 

– Que no siempre van a terminar en el calabozo aunque ellas denuncien porque quizás no hay pruebas suficientes o son solo unos «insultos» y la violencia psicológica ya sabemos que cuenta poco.

– Que si vas al calabozo… es por que podemos ir cualquiera, desde el maltratador denunciado por su pareja a yo misma si pego a mi vecina ahora, porque el calabozo solo es el paso intermedio entre la Policía y pasar ante el juez para investigar el caso, en violencia de género o en cualquier otro delito que se acuse. 

– Y que, aunque tengas una sentencia que condene a tu maltratador, puede ser que seas tú la que viva con la incertidumbre porque nadie en la justicia pensó antes que, quizás, había que controlar a un señor que podía huir de la justicia.

El problema no es la Constitución ni la Ley de Enjuiciamiento Criminal ni la Ley de Violencia de Género (que no es la que deja desamparada a Fayna) sino que el problema se podía haber resuelto antes si el juez hubiese estimado otras medidas cautelares. Por ejemplo, en otro escenario se podría haber decidido una libertad provisional con citación, o quizás hay que estudiar establecer otras medidas complementarias como geolocalizadores. El problema no está en poner en cuestión los derechos de los acusados o condenados, que es intocable en un Estado de Derecho, como que haya suficiente formación sobre violencia de género en la judicatura como para comprender que hay que proteger a las víctimas ante todo. Porque, al fin y al cabo, en el caso de Fayna o de otras mujeres en igual situación, esta ausencia, esta incertidumbre constante, constituye otra forma de maltrato para ellas. 

Por último, es llamativo que sin él vivir en un bosque, que sin huir a otro país y habiendo sido reconocido por otras personas en otros escenarios, no haya sido aún detenido. Y no será porque no sea eficaz el sistema. Sorprende que las mujeres que huían con sus hijos por protegerlos de sus maltratadores sean localizadas en un tiempo más breve que maltratadores ya con condena.

En definitiva, que en el caso de Fayna, la conclusión grave es que esto se podía haber evitado. Y que la duda debe estar en por qué no se adoptaron medidas más allá de la orden de alejamiento (un papel, como dice Fayna) que permitieran controlarlo. Porque quienes juzgan saben una cosa clara y es que los condenados siempre van a aprovechar cualquier resquicio para eludir su responsabilidad. Y para eso ni hay que cambiar leyes ni hay que señalar al «feminismo», sino que quienes tienen la capacidad de decisión en los tribunales piensen siempre primero en proteger a las víctimas para que los maltratadores no ganen y se terminen riendo de la justicia.

Enlace al artículo original: https://blogs.publico.es/dominiopublico/51003/el-caso-de-fayna-o-como-el-yoyas-se-rie-de-la-justicia/#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4×15-t1;mm=mobile-big