La disputa en torno a unas jornadas sobre ‘trabajo sexual’ pone sobre la mesa el creciente debate sobre si una universidad pública debe o no dar cabida a todo tipo de opiniones. Una controversia que se está produciendo en muchos países y que aflora sobre todo cuando se abordan temas relativos a los derechos de la mujer.
Por Marisa kohan
¿Dónde están los límites del derecho a debate dentro de la universidad? Depende del tema abordado y el enfoque. Cuando se trata de los derechos de las mujeres (aborto, vientres de alquiler, prostitución…), los límites son especialmente difusos y controvertidos. La Universidad de la Coruña (UDC) acaba de suspender unas jornadas sobre ‘trabajo sexual’, tras la fuerte polémica desatada por las críticas de quienes defienden la prohibición total de la prostitución. La universidad, que había defendido la idoneidad de realizar los debates, aunque éstos no representaran la posición de la institución, finalmente ha tirado la toalla y ha decidido cancelarlo debido al «fuerte rechazo, hostigamiento y crueldad que sobre el tema estamos sufriendo en las redes sociales». En un comunicado la Universidad afirma que «las falsas informaciones que distorsionan la realidad y los comentarios recibidos nos hacen prever la imposibilidad de garantizar la seguridad del debate ni su calidad académica».
Este episodio es solo uno más de los protagonizados recientemente por universidades no solo en España, sino también en otros países. En Madrid, la Universidad Complutense canceló recientemente una mesa redonda sobre vientres de alquiler en la que se pretendía dar voz a mujeres que habían gestado niños para otros en Ucrania, por no incluir «las diferentes perspectivas desde las que se analizan científicamente estas prácticas«, tal como afirmaron desde los órganos de Gobierno de la institución. En esa ocasión el viaje de la mayoría de los participantes era financiado por una de las empresas que ofrecen esos servicios en España y el director de dicha empresa moderaba la mesa.
En Inglaterra, la Universidad de Oxford canceló un debate con posturas antiabortistas cuyos ponentes eran dos hombres, tras las protestas de los estudiantes. En Cambridge se intentó cancelar una charla de la feminista Germaine Greer debido a sus posturas sobre los tema de transgénero. Son sólo algunos ejemplos que han abierto un debate sobre si las universidades deben ser espacios seguros (safe spaces) o promover la libertad de expresión (free speech). Una y otra vez, el debate es el mismo: ¿debe la universidad ser un lugar en el que tengan cabida todo tipo de debates, incluso aquellos que puedan cuestionar derechos fundamentales básicos?
Hemos hecho esta pregunta a una serie de académicas, expertas y representantes de estudiantes y las respuestas revelan la existencia de posiciones absolutamente encontradas. Tanto, que algunas personalidades contactadas han declinado participar o pedido no ser citadas.
Para Luisa Posada, profesora de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, la universidad no tiene que amparar todos los discursos y pone el límite de tolerancia en debates que pongan en duda o vayan en contra de los derechos humanos. Apunta a que ya el propio planteamiento de las jornadas, planificadas en la Universidade da Coruña bajo el título «trabajo sexual», marca el enfoque equivocado del tema y supone toda una «declaración de intenciones». «No se trataba de un debate, sino de algo que va contra los derechos humanos y ahí creo que hay que poner el límite»
«¿Qué pasaría si se hicieran unas jornadas que negaran la violencia de género o que la justificaran?», se pregunta. «En ese caso parece claro que no de deberían realizarse, ¿no? Y si entendemos la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres, en este caso la respuesta es clara. Creo que no se pueden amparar debates en aras de una supuesta objetividad y cientificidad, porque estas jornadas sobre prostitución no promovían el debate, sino que iban en beneficio de determinadas industrias del sexo y el proxenetismo para normalizar la prostitución como un trabajo. «No se trataba de un debate, sino de algo que va contra los derechos humanos y ahí creo que hay que poner el límite», concluye afirma Posada en conversación con Público.
De una opinión parecida es Rosa San Segundo, Catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid, directora del Instituto de estudios de género de dicho centro y presidenta de la Plataforma universitaria de estudios feministas de género.
«La universidad es un espacio de debate que debe asumir cualquier tema y desde cualquier óptica. Pero dicho esto, hacer apología desde una universidad de discursos que vulneran los derechos humanos, es peligroso. Tanto el tema de los vientres de alquiler, como la apología de la explotación sexual de las mujeres pobres tienen detrás muchos intereses económicos, y quieren ocupar el espacio de la universidad porque les da legitimidad».
Para San Segundo, el discurso que «hay detrás de esas jornadas es, por una parte, que ser putero es algo bueno, y que las chicas universitarias que tengan escasos ingresos económicos pueden acudir a la prostitución. Es un discurso peligroso y no es un debate plural».
«Otro tema importante es que detrás de la prostitución está la trata que es una economía ilícita que explota a las mujeres pobres: las compra, las vende, las droga, las explota sexualmente, las maltrata y la prostitución es violencia de género en todos sus aspectos. Violencia sexual, económica, violencia afectiva… todo lo que es la violencia de género, la prostitución las aúna todas y nunca puede ser considerado como un trabajo», añade San Segundo. «Si organizas unas jornadas deben ser plurales, no sólo apología de una parte»
«Si organizas unas jornadas deben ser plurales, no sólo apología de una parte. Lo habitual es que las jornadas en las universidades sean plurales, integradoras y que recojan todas las voces. Nuestra función como universidad no es la apología de los derechos humanos, sino el análisis, el debate, la reflexión», sentencia San Segundo.
Tampoco desde el lado estudiantil parece haber dudas sobre el hecho de que se necesitan ciertos filtros a la hora de decidir qué se debate y qué no en las universidades públicas.
«Desde el Sindicato de Estudiantes y también desde Libres y Combativas, que es nuestra plataforma feminista, nos hemos sumado a la petición de que esa charla no se puede dar ni en la Universidad de Galicia, ni en ningún tipo de universidad, porque de lo que estamos hablando es de un lavado de cara a los responsables de la esclavitud de la mujer. Entendemos que la prostitución es una de las violencias machistas más crueles que pueden sufrir las mujeres pobres, en su mayoría mujeres migrantes, las que no tienen recursos, y nos parece totalmente escandaloso que desde la universidad pública se dé voz a aquellos que nos quieren oprimidas y que nos quieren escondidas en clubes de carreteras y lo más calladas posibles», afirma Coral Latorre, secretaria general del Sindicato de Estudiantes en conversación con Público.
«El problema no es tanto qué tipo de debates se puede tener en la universidad pública (en la que los estudiantes estamos cada vez más a la cabeza de las movilizaciones de todos los procesos sociales y que este último año hemos salido en masa en muchísimas ocasiones y somos más críticos), sino en el contenido de estos debates», explica Latorre.
Para el sindicato, «todos aquellos temas que signifiquen perpetuar la opresión de las mujeres, perpetuar el machismo, blanquear la esclavitud, no pueden tener ningún tipo de cabida en nuestras universidades. Si se hubiera planteado un debate sobre regulación o abolición de la prostitución, con un debate democrático y sano, en el que se puedan expresar distintas posturas, bienvenido. Pero aquí [en la Universidade da Coruña] no se había planteado eso. Esta charla pretendía blanquear el negocio de la prostitución, que es multimillonario y que mueve muchísimo dinero y donde están metidas grandes empresas, grandes bancos, grandes capitalistas y que se haga esto en una universidad nos parece escandaloso», añade la dirigente estudiantil. «Luchamos en nuestro día a día en nuestras universidades para que todas esas charlas no se puedan dar»
«Igual que el pasado 8M luchamos contra la prostitución y contra todos aquellos que pretenden lavarle la cara a los proxenetas y a los que invitan a nuestras universidades a darnos clases, también luchamos en nuestro día a día en nuestras universidades para que todas esas charlas no se puedan dar. Ya hemos tenido victorias. El año pasado en la Complutense de Madrid se intentó plantear el tema de los vientres de alquiler y nos opusimos, porque no es posible un debate en el que las mujeres nos convertimos en máquinas expendedoras de niños o que el día de mañana tendremos que ser prostitutas porque es una opción tan válida como las demás», concluye Latorre.
Estas manifestaciones son un botón de muestra de un debate que desde hace algo más de una semana inunda las redes sociales y se ha colado en medios de comunicación. Alguna de las voces críticas con la celebración de las jornadas la protagonizó Amelia Tiganus, quien se define a sí misma como activista feminista y superviviente de la prostitución. Desde su cuenta de Twitter ha denunciado que el «lobby proxeneta» lleva tiempo entrando en los colegios y las universidades, no sólo en España, sino también en otros países como Argentina, porque supone un gran negocio ilícito que usa a las mujeres como «materia prima» y que envía a los varones el mensaje «de que aprovecharse de la vulnerabilidad de las mujeres para penetrarlas por todos los lados no tiene nada de malo». Ante esto, afirma, la respuesta de la sociedad ha de ser contundente«. También políticas, artistas, y referentes culturales se han opuesto a la celebración de las jornadas planteadas en la Universidad gallega.
La otra cara de la moneda
A pesar de la que campaña en redes aunada por el hashtag #UniversidadSinProstitución ha sido abrumadora y su presión ha forzado finalmente a la universidad a cancelar la jornada que tenía previsto celebrarse los próximos días 19 y 20 de septiembre, otras voces se han alzado en dirección opuesta.
En un artículo publicado este miércoles en la revista CTXT, la política y feminista Clara Serra afirma que «una cosa es desear un mundo sin prostitución, otra distinta estar en contra de garantizar derechos a las mujeres que la ejercen y otra muy distinta es poner el grito en el cielo porque mujeres prostitutas hablen de sus condiciones de trabajo y vida en la universidad. Hace falta haber olvidado muchas cosas fundamentales para demostrar semejante grado de intolerancia«. «Las universidades deben ser espacios de debate abierto, donde se pueda expresar cualquier opinión si se argumenta y donde se recojan los asuntos en disputa que interesan a nuestra sociedad
Serra critica en su escrito que una «actitud de este abolicionismo sectario es el uso de la presión como mecanismo de censura. Lo que se busca no es, como sería legítimo, incorporarse a la discusión o pedir la realización de otras jornadas con posiciones distintas, lo que se defiende es que esas mujeres no puedan hablar. No hay mucho disimulo en los argumentos: se sostiene sin medias tintas que sus opiniones no deben tener espacio para ser expresadas. Y esto es grave no ya para la posibilidad de pensar colectivamente mejor sobre la prostitución, ni siquiera solo para el feminismo. Es grave para todos y todas aquellas que creemos que la libertad de opinión y de expresión es un bien que debemos defender. Las universidades deben ser espacios de debate abierto, donde se pueda expresar cualquier opinión si se argumenta y donde se recojan los asuntos en disputa que interesan a nuestra sociedad».
No es la única. También una centena de profesoras, catedráticas e investigadoras del ámbito académico nacional e internacional han firmado un manifiesto «por el derecho a debatir en la Universidad y en todas partes«. El manifiesto hacía una defensa del mantenimiento de las jornadas planteadas en la Universidade da Coruña y defiende las universidades como lugares abiertos de debates que se están produciendo en la sociedad y en el movimiento feminista. «Este tipo de prohibiciones acaban por imponer una falsa polarización donde parece que solo son posibles dos posturas»
Recuerdan las firmantes que en el propio movimiento feminista existe diversidad de opiniones sobre la prostitución y cómo encararla en las instituciones, y denuncian que este tipo de prohibiciones «acaban por imponer una falsa polarización donde parece que solo son posibles dos posturas (abolicionista o proderechos), cuando el propio sentido de lo que significa una y otra posición no están cerrados, sino que bajo estas etiquetas se esconde una pluralidad de posiciones y propuestas».
Entre las firmantes figura Argelia Queralt, profesora de derecho penal de la Universidad de Barcelona y una de las primeras voces en criticar en redes sociales la presión para que la universidad gallega cancelara el programa. «Que la universidad se haga eco de un debate que existe, no sólo creo que es saludable, sino imprescindible»
«Considero que en la universidad deben darse los debates que recorren los movimientos sociales y este, en concreto, es un tema que recorre un movimiento social como es el feminista, por más que se intente acallar a las posiciones que no coinciden con un determinado tipo de movimiento abolicionista«, afirma Justa Montero, que forma parte de la Asamblea Feminista de Madrid. «Por tanto, que la universidad se haga eco de un debate que existe, no sólo creo que es saludable, sino imprescindible», añade esta feminista y activista.
«Lo que pretendían las jornadas de la UDC era recoger la situación en la que se ven mujeres que son trabajadoras sexuales. Desde ese punto de vista creo que es muy importante que haya jornadas en las que se les de la voz a aquellas trabajadoras sexuales que están organizadas y que no se las trate sólo como víctimas. No es toda la prostitución, obviamente, pero es una parte que denuncian la situación, que tienen falta de reconocimiento, de derechos humanos básicos y que hacen propuestas concretas. Que se haga una jornada en la que las mujeres hablan en primer persona sobre su situación de vulnerabilidad, el estigma que viven, la falta de derechos… es algo que necesario. Plantear lo contrario es hablar de censura», añade Montero.
«Es un debate que existe en un movimiento social que es el feminista. Que genera conflicto y tensión por las diferentes posiciones. Es importante que se refleje en un debate en la universidad». Montero resalta que hay que diferenciar entre la trata (tanto con fines de explotación sexual como laboral) y la prostitución. «Si hablamos de trata, absolutamente nadie (en esto hay acuerdo unánime) acepta que haya debate ni que haya que combatirla, pero si hay un debate abierto en torno a la prostitución».
Para esta experta, se trata de un «tema que no se va a cerrar por más que haya compañeras que se empeñen en decir que esto es unánime. Pero resulta que no lo es. Porque no es unánime ni siquiera dentro de las propias posiciones abolicionistas, donde hay un sector que no ve otra posibilidad de acuerdo y otro que sí ve la posibilidad de llegar a acuerdos concretos».
En términos similares se manifiesta María Luisa Maqueda, catedrática de derecho penal en la Universidad de Granada, que defiende que en las universidades no debería censurarse ningún debate que atraviese la sociedad. «¿Por qué no se pueden dar en la universidad debates diversos si están presentes en la sociedad?» se pregunta. «Precisamente la universidad es un centro de inquietud, de saber, de debate de distintas posiciones. ¿Por qué ahora vamos a sacralizar a las universidades? Tienen que recoger todos los debates que hay en la sociedad y principalmente aquellos en los que la sociedad está dividida o existen distintas posturas. Porque existen sectores muy amplios que están por la regulación de la prostitución, pero existen un montón de posturas intermedias. No todas las trabajadoras del sexo son regulacionistas, ni todos los feminismos de los derechos son abolicionistas», explica Maqueda. «Hay posiciones que están produciendo un quebranto del feminismo, que deberían también ser motivo de debate público»
Para esta catedrática, «hay posiciones que están produciendo un quebranto del feminismo, que deberían también ser motivo de debate público. Una cosa peligrosa es que parece que el feminismo es un único feminismo. Siempre ha habido debates y rupturas, pero parece que lo que se está gestando ahora es un quiebro, una ruptura» concluye Maqueda.
«Si no es en la universidad ¿dónde vamos a hablar de estos temas?«, espeta María Acale, catedrática de derecho penal en la Universidad de Cádiz, en una conversación telefónica con Público.
Estos temas son difíciles de tratar en el movimiento feminista, pero este movimiento no es único, sino que está nutrido de muchísimas vertientes y opiniones, y debería darnos lugar a debatir todas estas distintas visiones dentro del movimiento, porque nos tenemos que dar cuenta que nuestro enemigo está fuera del movimiento feminista, no dentro«.
La cancelación del debate en la Universidade da Coruña, lejos de cerrar un debate sobre prostitución, parece haber abierto una espita para debatir distintas posiciones dentro del feminismo y ha puesto en lo alto del debate los límites del debate en las instituciones públicas o si estos deben existir.
Enlace al Artículo original en: https://www.publico.es/sociedad/jornadas-prostitucion-cuestionan-limites-debate-universidades.html