Por María S. Martín Barranco @generoenaccion
Mucho se habla de los comportamientos machistas individuales. Sabemos que son casi infinitos. Tan mutantes, sutiles, brutales y eficaces como solo pueden serlo las prácticas de opresión que se valen de quienes reprime para perpetuarse.
Pero no es de ese machismo del que hablaré hoy, sino de los machismos con los que las organizaciones, incluso las más aparentemente progresistas, «ponen en su lugar» (uno en el que no incomoden mucho) a las mujeres que forman parte de ellas. Pueden no querer hacerlo, pero se benefician de un resultado que mantiene las relaciones desigualitarias entre hombres y mujeres.
Pueden ser partidos políticos; organizaciones varias de izquierdas o de derechas; pueden ser agrupaciones tradicionales o de nuevo cuño; sindicales, empresariales, científicas, deportivas; colectivos anarquistas; empresas, asociaciones, ONG’s. Da igual. Pasa todo el tiempo y en todas partes. Se habla y se vuelve a hablar. Se nos da la razón para no seguir escuchándonos, pero rara vez pasa de una aquiescencia paternalista. O sea, machismo que dice que sí frente a machismo que dice que no. Para ese viaje no necesitábamos las alforjas de trescientos años de Feminismo.
Por eso, tu organización es machista y no lo sabe (o hace como si no lo supiera) si…
- Da por hecho que no es machista, sin establecer parámetros especializados para establecerlo. ¿Se ha hablado alguna vez como organización qué es machista y no se consentirá en ella?
- Considera –sin medirlo de forma adecuada- que las normas o indicaciones de funcionamiento interno son neutras al género, es decir, que afectan por igual siempre a hombres y mujeres.
- No tiene mujeres en puestos directivos o cargos de máxima responsabilidad.
- Tiene en puestos de poder al mínimo de mujeres que le obliga una norma, o se esmera en que las que llegan sean las que más y mejor se adaptan al rol de mujer culturalmente aceptado.
- No tiene establecido un protocolo de actuación en casos de acoso sexual y/o por razón de sexo.
- No tiene establecido protocolo en casos de violencia de género.
- No establece medidas de corresponsabilidad para sus trabajadoras y trabajadores. O sí las tiene pero se enfocan solo a madres.
- Realiza actividades de información o formación en las que hay, sistemáticamente solo o una mayoría de expertos y no expertas.
- Realiza reuniones fuera de horario laboral, o en momentos en que pueda impedir la asistencia de quienes realizan labores de cuidado.
- No contempla espacios de descanso y autocuidado.
- No usa lenguaje inclusivo en las comunicaciones externa e interna.
- Cree que los temas de igualdad son “cosa de mujeres” y cuando se forma o trata sobre discriminación o igualdad se realizan “reuniones con mujeres” como si fuera un problema de ellas y no del conjunto de la organización.
- No asume las reivindicaciones específicas de las mujeres que forman parte de ella como propias de la organización, o bien las tiene como de “segunda hornada” cuando se consigan otras aparentemente más urgentes o prioritarias. Ante declaraciones machistas de sus miembros no se posiciona expresa y abiertamente en contra. También si ese tipo de comportamientos no llevan aparejada ningún tipo de sanción.
- Estoy segura de que se os ocurren (o habéis vivido) muchos puntos más, así que abierta a sugerencias quedo. Y no me digan a los hombres también los oprime el sistema. Porque si a sus opresiones les quitan los privilegios con que les compensa, se quedarían como pretenden que nos conformemos. Y puedo asegurar que no es agradable. Por eso no lo deseamos para nadie.
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