Sobre la pretensión del Ayuntamiento de Barcelona de regular “el trabajo sexual voluntario”

Feb 2, 2016 | General, Prostitución

1sans-titreA la izquierda, Maria, mujer prostituida en Ucrania. Fotografía premiada en el World Press Photo, de Brent Stirton. A la derecha, la idea romántica y glamour, completamente distorsionada de la prostitución, encarnada por Julia Roberts en Pretty Woman.

Desde la Plataforma Catalana por el Derecho a No Ser Prostituidas, de la cual soy activista y ayudé a fundar, siempre nos hemos declarado contrarias a cualquier política prohibicionista de la prostitución que criminalice a las personas prostituidas. Por eso, me alegro que el Ayuntamiento de Barcelona tome la iniciativa (¡finalmente!) de dejar de penalizar y multar a las mujeres en situación de prostitución, como prevé la ordenanza del cinismo en vigor en Barcelona desde 2006. Esta ordenanza, así como la Ley 10/2011 que penaliza a las mujeres prostituidas en las carreteras, son medidas prohibicionistas que siempre hemos denunciado enérgicamente. Desde una perspectiva feminista, es una vergüenza que personas en situaciones de precariedad elevadísimas sean, además, castigadas por la administración pública. Decimos NO a la criminalización de la pobreza (que, como sabemos, tiene cara de mujer).

Por el contrario, nos oponemos también firmemente a la ilusión de poder regular, a cualquier nivel (municipal, autonómico, estatal) el “trabajo sexual voluntario” porque nos oponemos a cualquier reglamentación de la prostitución. Éste es precisamente el espíritu de la lucha abolicionista feminista, lucha que la mayoría de la gente desconoce o confunde con el prohibicionismo. El abolicionismo feminista reivindica la abolición de la reglamentación de la prostitución. Porque la regulación, que históricamente ha representado controles sanitarios y policiales humillantes para las personas prostituidas (y nunca de los mal nombrados “clientes”) NO crea condiciones de mejora de la vida de las primeras. Y tenemos mil ejemplos, porque tanto en el siglo XIX como en el siglo XX y XXI la prostitución ha sido objeto de reglamentaciones diversas. El abolicionismo y las críticas de la prostitución como institución patriarcal y capitalista han sido hechas por luchadoras tan diversas como Josephine Butler (Inglaterra), Louise Michel (Francia), Alexandra Kollontai (Rusia), Mujeres Libres en el nuestro país, y un largo etc.

La idea de “regular el trabajo sexual voluntario” no es ninguna novedad

La idea de “regular el trabajo sexual voluntario” no es ninguna novedad. En Alemania, en el 2002, el partido de los Verdes (que las feministas alemanas consideran “proxenetas verdes”) ya pretendió “regular el trabajo sexual voluntario”, siendo el resultado de la ley alemana (Ley ProstG) un fracaso estrepitoso reconocido por el propio gobierno (gobierno proxeneta, sea dicho de paso). La primera evaluación de la ley fue hecha en el 2007 [i], con el resultado siguiente:

  • Aumento considerable de la trata de personas con finalidades de explotación sexual y de las redes mafiosas que lo organizan. Alemania es un centro de la explotación sexual, especialmente de mujeres jóvenes de la Europa del Este.
  • Aumento del número de mujeres prostituidas, que se calculan en número de 400.000.
  • El número de mujeres que se han acogido a los derechos que la ley les reconocía y que han obtenido un contrato de trabajo prostitucional representan el 1% del total. Impacto casi nulo de la ley respecto de los derechos de las mujeres.
  • El 80% de las mujeres prostituidas son mujeres extranjeras, principalmente de Rumanía y Bulgaria.
  • Las mujeres sin papeles son expulsadas, incluso las víctimas de la trata.
  • Cerca de 1,5 millones de clientes hacen uso de los servicios de prostitución.
  • Más de un tercio de los fiscales alemanes han denunciado que la reglamentación ha dificultado su trabajo de persecución de la trata, de la prostitución forzada y de la prostitución de menores.

¿Despenalizar el proxenetismo?

A menudo nos encontramos con una confusión entre “legalizar” la prostitución o reglamentarla. No hay “legalización” de la prostitución allí donde no es ilegal, y en los países abolicionistas (es decir, aquellos que han firmado el Convenio de la ONU de 1949 de represión de la trata de seres humanos y de la explotación de la prostitución de otros) ejercer la prostitución no es ilegal. Lo que diferencia a los países abolicionistas (Francia, Suecia, Noruega, Islandia, Irlanda del Norte, Canadá, etc.) de los países pro-reglamentación (Alemania, Holanda, Austria, Suiza, Nueva-Zelanda, algunos estados de Australia, Grecia, etc.) es que éstos últimos han despenalizado el proxenetismo y han considerado la prostitución como un trabajo “como otro” (ver el documental “Sexo made in Germany” para entender mejor lo que significa que un proxeneta sea un “empresario cualquiera”).

Publicidad de un conocido burdel suizo, en Ginebra. Una pipa (“une pipe”) es una manera de nombrar una felación en francés. Suiza es un país muy conservador, neoliberal y patriarcal (en algunoss cantones las mujeres no obtuvieron el derecho a voto hasta los años 1990). Hasta 2013, Suiza era el único país en Europa donde la prostitución de menores era legal.

El caso alemán nos ha demostrado que “regular el trabajo sexual voluntario” y despenalizar el proxenetismo NO mejora los derechos de las personas prostituidas, al contrario. ¿Cuál es la regulación en que piensa el gobierno de Ada Colau? El delito de proxenetismo no es de su competencia, ya que el Código Penal es solamente competencia estatal. Sabiendo que la gran mayoría de mujeres prostituidas en nuestra ciudad son víctimas de la trata, y que la gran mayoría está controlada por proxenetas, me pregunto si es realmente una prioridad regular “el trabajo sexual voluntario” como una extrema minoría pide (medida, sin embargo, que tiene implicaciones para todas las mujeres, dentro y fuera de la prostitución). ¿Qué nos asegura que su propuesta política será mejor que la experiencia alemana? En Alemania lo hicieron también “con toda la buena voluntad de ayudar a las mujeres” y ya hemos visto los resultados.

Banalizar la expresión “trabajo sexual” desde las instituciones públicas es alarmante

Contribuir a banalizar la expresión “trabajo sexual” desde las instituciones públicas es alarmante. La construcción ideológica del concepto “trabajo sexual” es altamente problemática por muchas razones. Una de ellas es que muchas mujeres prostituidas NO se reconocen en esta expresión. Como Trisha Baptie, que estuvo 15 años en la prostitución y que escribe:

en mi vida nunca he conocido una “trabajadora sexual”. Para mí esta expresión sale de la película Pretty Woman y de la boca de las personas que endosan y explotan la cosificación de las mujeres. Conozco mujeres prostituidas –yo he sido una de ellas- y nuestras razones para estar allí son claras: pobreza, racismo, opresión de clase, sexismo y violencias sufridas durante la infancia.”[ii]

Como reflexiona también Sara Ditum, cuando decimos “trabajo sexual” aceptamos la idea de que el sexo es un trabajo para las mujeres y un ocio para los hombres [iii] . ¿Es ésta la educación sexual que, señoras consejeras y señores consejeros municipales, dan a sus hijos e hijas? ¿Es decir, que está bien “ir de putas” para los hombres? ¿O bien la prostitución es una realidad tan ajena a sus vidas que ni se han parado a pensarla para ustedes y para su entorno? Nosotras decimos NO a este privilegio masculino, como lo hacen nuestros compañeros de ZeroMacho.

1Sans titre

La Resolución Honeyball del Parlamento Europeo a favor del modelo sueco

Parece que el gobierno municipal de la ciudad no conoce que hace poco el Parlamento Europeo adoptó una Resolución sobre la explotación sexual y la prostitución y su impacto sobre la igualdad de género (conocida como “Resolución Honeyball”, por el nombre de la eurodiputada Mary Honeyball, de febrero 2014). La resolución considera que la mejor manera de luchar contra la trata de mujeres y niñas para la explotación sexual y mejorar la igualdad entre hombres y mujeres es el modelo sueco (de la ley de 1999 Kvinnofrid «de la paz de las mujeres», conocida por penalizar proxenetas, mafias y puteros, y no las mujeres prostituidas). Tal resolución, realmente progresista para una sociedad que quiere la igualdad efectiva entre hombres y mujeres (¡igualdad en el trabajo, en casa y en la cama!), subraya que todos los datos y estudios confirman el efecto disuasivo del modelo nórdico (compuesto por Suecia, Noruega e Islandia) sobre la trata de personas, y que en Suecia -a diferencia de Alemania- la prostitución y la trata no han aumentado. La mayoría de la población es hoy favorable a una ley de este tipo, sobre todo la gente joven, y el consumo de mujeres prostituidas ha disminuido, lo que demuestra que la legislación ha significado una modificación de comportamientos: antes de la ley, un hombre de cada 8 era putero en Suecia, hoy es uno de cada 13 (en Españistán, los puteros representan el 39% de la población masculina…).

No existe prostitución segura porque no existe violencia machista segura

La prostitución no es una libertad femenina sino que es una creación masculina: es la imposición de una relación sexual a una persona que no la desea, y por lo tanto, comprar su consentimiento a través del dinero. La falta de deseo de la persona prostituida hacia el prostituidor, y la falta de placer recíproco, es la base de la relación prostitucional, como bien explica Kajsa Ekis Ekman. Por eso, la prostitución, lejos de ser una libertad sexual y un “derecho de las mujeres” (!!), es un privilegio masculino y una violencia machista que, en tanto que feministas, no podemos tolerar. No son las condiciones de ejercicio de la prostitución las que la hacen menos segura o violenta, es la prostitución en sí misma que es violenta. La prostitución es una violencia machista porque la mortalidad de las mujeres es 40 veces más elevada que en cualquier otro “oficio”; las mujeres prostituidas tienen 18 veces más probabilidades de ser asesinadas; más del 71% de las mujeres en prostitución sufren abusos físicos; 63% han sido violadas el 68% sufren el síndrome de estrés post-traumático, según el estudio transnacional más importante sobre el tema[iv]. Los burdeles seguros son un mito.

La prostitución “segura, simpática y con buenas condiciones higiénicas” NO existe. Dejen de hacerse ilusiones y hagan políticas municipales que estén realmente a favor de los derechos de las mujeres: de las que están en la prostitución, de las que quieren salir [v] y de las que no querrán entrar nunca, a pesar de la gran precariedad laboral y la banalización de la prostitución que muy desgraciadamente nuestro gobierno municipal (¿¿de izquierdas y feminista, dicen??) está contribuyendo a mantener.

Glòria Casas Vila,

Plataforma catalana por el Derecho a No Ser Prostituídas
Socióloga y activista feminista  @glorinsurgent

NOTAS

[i] “Informe del Gobierno Federal sobre los efectos de la Ley para la Regularización de las condiciones legales de las prostitutas” http://www.empleo.gob.es/es/mundo/Revista/Revista101/80.pdf
[ii] Trisha Baptie (2009), ““Travailleuse du sexe”? Connais pas!” http://sisyphe.org/spip.php?article3289
[iii] Sara Ditum (2014) “Why we shouldn’t rebrand prostitution as “sex work” http://www.newstatesman.com/politics/2014/12/why-we-shouldnt-rebrand-prostitution-sex-work
[iv] Farley, Melissa (dir.) (2003), “Prostitution, Trafficking and Traumatic Stress”. Y “Prostitution and trafficking in nine countries: Update on violence and posttraumatic stress disorder” (2004) http://www.prostitutionresearch.com/pdf/Prostitutionin9Countries.pdf
[v] Todos los estudios demuestran que si existieran alternativas laborales, la inmensa mayoría de las mujeres prostituidas querrían dejar la prostitución. Ninguna de ellas quiere la prostitución para sus hijas. ¿Cuántos recursos municipales existen para las mujeres que quieren dejar la prostitución en Barcelona? ¡Señora alcaldesa, son completamente insuficientes! Estos días estamos intentando encontrar apoyo para una mujer española prostituida en otro país, y que quiere volver a Barcelona, y no encontramos ningún servicio especializado en la ciudad, con perspectiva de género, para darle este apoyo.