ASUNCIÓN TEJEDOR HUERTA
Psicóloga
Coordinadora de Psicología Jurídica del COPPA
El motivo de esta ponencia ha surgido por el alarmante aumento de «padres y madres alienados» que solicitan ayuda para resolver su problema porque no encuentran ninguna salida y se sienten doblemente alienados, por el progenitor alienante y por la justicia.
Su desesperación y preocupante estado me llevó a entrar en contacto con varios psicólogos de renombre como Richard Gardner en Estados Unidos y Tony Hobbs en Inglaterra, con los que inicié una relación profesional muy fructífera para mí y que me ha enseñado mucho más sobre este síndrome. Con dicha colaboración se pretendía impulsar el estudio del Síndrome de Alienación Parental (SAP) para conseguir que a los profesionales se nos escuche con respecto a lo que sugerimos cuando hacemos un informe sobre el mismo. Lamentablemente Richard Gardner falleció el 26 de mayo del año pasado, pero espero que todas sus enseñanzas y lucha para el reconocimiento del SAP hayan servido para algo. Uno de los puntos de mayor interés estaba en conocer si los peritos españoles escribían en sus informes las tres palabras «Síndrome de Alienación Parental» y si esto era reconocido y aparecía en las sentencias judiciales.
En la literatura sobre el tema van apareciendo datos sobre el reconocimiento de este síndrome en los tribunales de algunos países, si bien no aparece reconocido como síndrome en el DSM-IV, pero creo que aún queda un largo camino por recorrer y mucho que luchar para que sea totalmente reconocido.
Considero importante continuar estudiando el SAP, aportando datos sobre causas y efectos en los menores, buscando soluciones y tratando de concienciar sobre su importancia a abogados y juristas.
Palabras claves: Síndrome de Alienación Parental, progenitor alienante y progenitor alienado.
Definición
La primera vez que oí hablar del Síndrome de Alienación Parental (SAP) fue a principios de los años 90 durante un curso sobre «Peritaje en los procesos de familia» organizado por el COP de Asturias, donde pude reconocer muchos aspectos de uno de los casos que había llevado en el Juzgado. En este caso el niño tenía 4 años y la madre le sometía a continuas escenas cada vez que el padre iba a recogerle, por lo que el niño acababa llorando y negándose a ir con su padre, con el que había convivido y mantenido una buena relación. La madre llamaba ella misma a la Guardia Civil para que fueran testigos de que el niño no quería ir y que no era cosa de ella, lo que asustaba más al niño.
En mis conclusiones informé al juez de las manipulaciones que la madre estaba llevando a cabo para impedir el contacto padre-hijo y solicitaba un cambio en la custodia basándome en que el padre pondría menos impedimentos en la relación con la madre, pero el juez, aunque aceptó mis alegaciones, consideró que el niño era demasiado pequeño para separarlo de la madre, aunque advertía a la madre que si ponía cualquier impedimento de nuevo podría retirarle la custodia.
En este caso se puede apreciar el primer nivel del SAP, situación que se produce como respuesta a la separación y/o divorcio de parejas con hijos menores. En estos casos los hijos son alienados con respecto a uno de sus padres por influencia del otro padre.
Según lo define Gardner (1998) el SAP es una alteración en la que el niño manifiesta desprecio y es crítico hacia uno de sus padres, denigración que está injustificada y/o exagerada.
Para Darnall (1998b) el énfasis está en los padres alienadores más que en la gravedad de los síntomas en los niños.
Durante la celebración el 18 y 19 de octubre de 2002 de la Conferencia de Frankfurt sobre el SAP había un acuerdo general de que el SAP es un problema cada vez más extendido en todos los países. A principios de los años 80 había más madres alienadoras que padres, había algunos padres pero no tenían tanto éxito. Esto podía deberse al hecho de que los niños estaban generalmente más unidos a las madres como cuidadoras principales, por eso se solía aconsejar dar la custodia a la madre, incluso aunque ella hubiera podido ser agente del SAP. Poco a poco esa proporción ha ido variando y ahora se considera que está en un 50%. Cuanto más tiempo pasa un progenitor programador con sus hijos más tiempo tiene de programarles, si esa es su intención. En los primeros momentos del SAP los problemas se inician en las entregas/recogidas de los niños por el progenitor no custodio. Según Gardner, el progenitor que está «programando» al niño provoca la destrucción del vínculo entre el otro progenitor y el hijo, destrucción que, desafortunadamente, puede durar toda la vida (Gardner, R.A., 1999).
Los tres niveles del PAS (Gardner, R.A., 2002b)
Estadio I (ligero): Las visitas suelen tener alguna dificultad en el momento del cambio de progenitor.
Estadio II (medio): El progenitor alienador utiliza una gran variedad de tácticas para excluir al otro progenitor.
Estadio III (grave): Los hijos están en general perturbados y a menudo son fanáticos. Sus gritos, su estado de pánico y sus explosiones de violencia pueden ser tales que visitar al otro progenitor llega a ser imposible.
Además de estos 3 niveles basados en los síntomas que aparecen en los niños, Gardner ha clasificado el SAP también en 3 niveles basados en el grado en que los padres alienantes han adoctrinado a sus hijos y que antes no había sido cuantificado. Gardner piensa que el diagnóstico del SAP debe basarse primero en el nivel de los síntomas de los padres alienantes y después en el de los niños.
Síntomas
Hay que diferenciar cuando la animosidad del menor pueda deberse a un caso de abuso o negligencia parental real, en cuyo caso no podríamos decir que se trata de un caso de SAP.
Criterios de identificación de un niño alienado (Gardner, R.A., 2002b) según J. Mayor (2000):
Dependiendo de la severidad del SAP, un niño puede exhibir todos o unos cuantos de los siguientes comportamientos:
Campaña de denigración contra el progenitor objeto, en la que el niño contribuye activamente.
Las razones alegadas para justificar el desacreditar al progenitor objeto son a menudo débiles, frívolas o absurdas.
La animadversión hacia el progenitor rechazado carece de la ambivalencia normal en las relaciones humanas.
El niño afirma que la decisión de rechazar al progenitor objeto es exclusivamente propia.
El niño apoya reflexivamente al progenitor con cuya causa está alineado.
Ausencia de culpabilidad.
Se evidencian escenarios prestados.
Generalización a la familia extendida.
Comportamientos clásicos de un progenitor alienador (Povedyn, F., 2001).
Se observan a menudo los mismos comportamientos en el progenitor alienador, quien sabotea la relación entre los hijos y el otro progenitor:
Rehusar pasar las llamadas telefónicas a los hijos.
Organizar varias actividades con los hijos durante el período que el otro progenitor debe normalmente ejercer su derecho de visita.
Presentar al nuevo cónyuge a los hijos como su nueva madre o su nuevo padre.
Interceptar el correo y los paquetes mandados a los hijos.
Desvalorizar e insultar al otro progenitor delante los hijos.
Rehusar informar al otro progenitor a propósito de las actividades en las cuales están implicados los hijos.
Hablar de manera descortés del nuevo cónyuge del otro progenitor.
Impedir al otro progenitor el ejercer su derecho de visita.
«Olvidarse» de avisar al otro progenitor de citas importantes.
Implicar a su entorno en el lavado de cerebro de los hijos.
Tomar decisiones importantes a propósito de los hijos sin consultar al otro progenitor.
Cambiar (o intentar de cambiar) sus apellidos o sus nombres.
Impedir al otro progenitor el acceso a los expedientes escolares y médicos de los hijos.
Irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos con otra persona, aunque el otro progenitor esté disponible y voluntario para ocuparse de ellos.
Contar a los hijos que la ropa o regalos que el otro progenitor les ha comprado, son feos, y prohibirles usarlo.
Amenazar con castigo a los hijos si se atreven a llamarle, escribirle o contactar con el otro progenitor.
Reprochar al otro progenitor el mal comportamiento de los hijos.
Para Bone-Walsh, (Bone, J. Michael y Walsh, M., 1999) hay 4 criterios que permiten de manera razonable predecir que el proceso de alienación está en curso.
Obstrucción a todo contacto: la razón más alegada es que el otro progenitor no es capaz de ocuparse de los hijos, por lo que éstos no se sienten bien cuando vuelven de las visitas.
Denuncias falsas de abuso: sobre todo de tipo sexual, aunque también alegan el abuso emocional, acusándose los progenitores sobre juicios morales de la educación de los hijos.
Deterioro de la relación desde la separación: es el criterio más decisivo, por lo que es importante el estudio de la relación parental antes de la separación y no fiarse únicamente de lo que cuentan los hijos.
Reacción de miedo por parte de los hijos: el hijo puede mostrar una reacción evidente de miedo, de desagrado o de estar en desacuerdo con el progenitor alienador. Están sometidos regularmente a tests de lealtad.
Para Gardner (2002b) existen unas características de personalidad de los padres alienantes que se aplican en igual proporción a padres y a madres. Cuantas más características aparezcan mayor probabilidad de que el progenitor progrese del nivel moderado al grave. Este principio también se aplica a los niños que pueden progresar desde los niveles bajos hasta los más severos y el factor más importante que produce tal progresión es la duración de las maniobras de adoctrinación, especialmente durante los procesos de custodia.
Los padres alienantes son mentirosos, pero ellos consideran que el fin justifica los medios.
Se consideran padres perfectos.
Utilizan mecanismos de negación del SAP.
Los padres alienantes están enfadados y utilizan a sus hijos como armas.
Utilizan el poder para romper el vínculo con el progenitor alienado.
Aunque los progenitores alienantes son astutos y creativos en las maniobras de exclusión que utilizan, son al mismo tiempo ingenuos.
Sobreprotección del hijo antes de la separación.
Identificación patológica con el niño. En casos extremos pueden desarrollar una relación simbiótica con el niño.
Paranoia: pueden ver alrededor de ellos sólo maldad y malevolencia, especialmente proveniente del progenitor odiado.
Un progenitor que está lo suficientemente trastornado para inducir el SAP en un niño debe estar sufriendo algún trastorno psicológico. Para Gardner (2002b) algunos de los más comunes aplicables a los progenitores alienantes son: Trastorno psicótico compartido, Trastorno delirante, Trastorno paranoico de la personalidad, Trastorno límite de la personalidad y Trastorno narcisista de la personalidad.
Los síntomas que aparecen en los progenitores alienantes pueden ayudar al evaluador a decidir qué nivel del SAP es aplicable: presencia de psicopatología antes de la separación, frecuencia de los pensamientos de programación, de verbalizaciones de programación, de maniobras de exclusión, de denuncias a la policía y a los Servicios de Protección de Menores, litigios, episodios de histeria, de violación de las órdenes judiciales, éxito en la manipulación del sistema legal para mejorar la programación, riesgo de intensificación de la programación cuando consiguen la custodia.
En algunos casos de SAP, en especial en aquellos con falsas acusaciones de abuso, pueden existir características importantes en común con el Síndrome Munchausen por terceras partes (MSP) (Convay, R. 1997), en el cual los progenitores cubren sus necesidades presentando a su hijo como un enfermo. Igual que sucede con el SAP, el MSP es mayoritariamente practicado por las madres, aunque los padres y otros cuidadores pueden también adoptar estos comportamientos. Los progenitores con MSP mantienen su equilibrio físico a través del control y de la manipulación de fuentes externas de gratificación social, incluyendo al niño y a las personas que le atienden. Hay al menos cuatro manifestaciones tipo en las que el MSP y el SAP se solapan:
1) Una madre MSP puede, durante el matrimonio, añadir falsas acusaciones de abuso a los síntomas imaginados del niño, precipitando así el divorcio.
2) En los casos en los que el progenitor MSP se siente rabioso o rechazado en el divorcio, manipular la atención médica del niño e involucrarle en falsas acusaciones de abuso puede cumplir múltiples funciones, incluyendo la venganza, el mantenimiento del lazo simbiótico con el niño y la preservación de la libertad para proseguir con su comportamiento MSP.
3) Un progenitor enfrentado a las pérdidas y al estrés del divorcio puede responder con un comportamiento tipo MSP para obtener apoyo social de parte del niño y quienes atienden a la salud de éste.
4) Un progenitor alienador puede exhibir un comportamiento MSP manipulando a los cuidadores médicos del niño con el propósito primario de dilatar su programa de alienación.
En el SAP con características de MSP, el progenitor alienador puede ganar autoridad legal para controlar y determinar a quién ve al niño y qué tratamiento se le ha de administrar. El niño puede ser llevado al doctor tras las visitas paternas para detectar síntomas prefabricados o inducidos atribuidos al abuso o negligencia del progenitor. El progenitor objeto puede verse incapaz de parar este ciclo a causa de que los proveedores médicos son engañados por el progenitor alienador.
Efectos
Los recuerdos del niño respecto del progenitor alienado son sistemáticamente destruidos. El niño puede encontrar obstáculos insuperables si, más tarde en su vida, busca reestablecer las relaciones con el progenitor perdido y su familia. Algunos de estos niños eventualmente se vuelven contra el progenitor alienador, y si el progenitor objeto se ha perdido también para ellos, al niño le queda un vacío imposible de volver a llenar (Convay Rand, D., 1977).
Los efectos del SAP sobre los niños y sobre el progenitor alienado pueden ser considerados como una forma de maltrato o abuso psicológico y emocional, que puede producir un daño psicológico permanente en el vínculo con el progenitor alienado. (Gardner, R., 1999; Brandes, J. R. 2000) Si la intervención no se produce, el niño queda abandonado y crecerá con pensamientos disfuncionales. No es sólo cuestión de que el niño podría no llegar a establecer jamás una relación positiva con el progenitor alejado, sino que sus propios procesos de pensamiento han sido interrumpidos y coaccionados hacia patrones patológicos. El modelo principal de los hijos será el progenitor patológico, mal adaptado y con una disfunción.
El SAP puede inducir en los hijos víctimas una depresión crónica; una incapacidad de funcionar en un ambiente psicosocial normal; trastornos de identidad y de imagen; desesperación; un sentimiento incontrolable de culpabilidad que surge cuando el hijo se da cuenta, una vez adulto, que ha sido cómplice, a pesar de él, de una gran injusticia infligida al progenitor alienado; un sentimiento de aislamiento; comportamientos de hostilidad; una falta de organización; una personalidad esquizofrénica y a veces el suicidio. (Bronchal, J.)
Lavado de cerebro, programación, manipulación, cualquier término con el cual quiera ser llamado este proceso, es destructivo para el niño y para el progenitor alienado. Ninguno de ellos será capaz de llevar una vida normal y saludable a menos que el maltrato sea interrumpido.
Casos
P.W.: es un inglés residente en España. Hablaba español con alguna dificultad y no encontraba quien le escuchara. Se separó de su mujer, también de nacionalidad británica, y al principio mantenían una buena relación con sus hijos. Al cabo de unos meses empezaron a surgir los problemas, coincidiendo con el inicio de una nueva relación. Sus hijos no querían verle ni hablar con él. Empezó su peregrinaje por los juzgados solicitando que se cumpliera el régimen de visitas. Solicitó el cambio a los Tribunales Españoles, pues era conocedor que en su país podía tener más dificultades. Sus hijos le acusaban de no dar dinero a su madre, pero no ponían reparos a recibir regalos de él, aunque se los tiene que dejar en la puerta porque los hijos no los quieren coger de sus manos. El progenitor ha intentado por todos los medios reiniciar la relación con sus hijos pero sólo encuentra trabas y denuncias. Hay continuos incumplimientos de las sentencias judiciales y él no consigue ver a sus hijos. Él siempre ha pensado que la culpa no es de los niños y no quiere dejar de luchar aunque cada vez siente que tiene menos fuerza.
R.F.: americano que ha convivido con una mujer española de la que tiene una hija. Se separaron al poco de nacer la niña y la madre se negaba a que él la reconociera como padre, por lo que tuvo que ir a los Tribunales para reconocerla y que llevara su apellido. Su dificultad con el lenguaje le ha supuesto muchas trabas pero él ha seguido adelante. Consiguió un régimen de visitas con su hija y ha podido iniciar una relación con la menor (ahora tiene 4 años) pero cuando las cosas parecían ir bien, después de un año recibió una citación en la que la madre le acusaba de abusos sexuales a la menor, con lo cual se suspendieron las visitas inmediatamente. Después de seis meses se archiva la denuncia sobre abusos sexuales.
P.G.: inglés ahora residente en España. Vivía con su esposa en Inglaterra y tienen una hija que tenía 19 meses cuando se separaron y la madre se traslada a España. Anteriormente las visitas con su hija eran mensuales y se desarrollaban satisfactoriamente. Se traslada a vivir a España para estar más cerca de su hija y es cuando empiezan los problemas. Cuando va a recogerla recibe insultos, gritos, lo que hace que la niña empiece a tenerle miedo y a llorar. Refiere que su ex-mujer fue una niña alienada de su padre a quién no había visto en 30 años.
Reconocimiento del SAP
La negación del SAP como síndrome ha causado un sufrimiento psicológico formidable a muchos hombres, mujeres y niños. Muchos abogados han conseguido convencer a los jueces que el SAP no existe y por lo tanto la animosidad de los niños contra sus padres estaba justificada. En los juzgados era común encontrar argumentos de abogados que alegaban que al no existir el SAP sus clientes no podían estar provocando un síndrome que no existía, incluso podían alegar que la alienación había sido producida por el abuso o negligencia del otro progenitor.
El primer paso en la búsqueda de la solución de la negación del SAP es la aceptación de la realidad, que es que el SAP existe. Aunque no aparezca en el DSM-IV tenemos que reconocer que existe. «Cuantas más sentencias reconozcan la existencia del SAP más probabilidad habrá de que se reconozca al SAP como síndrome para ser incluido en el DSM-IV «(Gardner, R.A., 2002). Aún así, muchos profesionales se muestran reacios a incluir el término SAP en sus informes al no estar reconocido como tal en el DSM-IV o a catalogarlo como un síndrome para no «etiquetar», pero lo que no debemos olvidar es que está ahí y debiéramos estar preparados para poder intervenir y solucionar los efectos tan devastadores que produce.
Sin la intervención de los tribunales el progenitor alienado no tiene ninguna oportunidad. Debido a la naturaleza del SAP los tribunales se han utilizado como clave para instaurar la alienación, por ello la importancia de su reconocimiento (Hobbs, 2002a, 2002b). Mientras el SAP no sea reconocido en los Juzgados y no se sancione debidamente, la alienación continuará destruyendo la relación de los hijos con el progenitor alienado. Mientras sigan con un mínimo contacto con el progenitor alienante, la alienación conseguirá su objetivo y privará a los hijos de una relación formativa y significativa para su desarrollo.
Si las sentencias no vienen acompañadas de unas medidas fuertes, si fuera necesario con sanciones económicas, para conseguir un cambio efectivo y permanente, el progenitor alienante puede tener éxito en sabotear cualquier tipo de recuperación de la relación del hijo con el progenitor alienado, provocando un empeoramiento del desorden. Para la psicóloga Mary Lund (1995), las órdenes e intervenciones judiciales para mantener el contacto son la piedra angular para el tratamiento del SAP.
El negar este síndrome, su diagnóstico y las intervenciones que implican, tienden a contribuir a la perpetuación del problema en gran medida. Una diagnosis apropiada del SAP incluyendo el grado de gravedad, puede representar la diferencia entre permitir que un caso rebase este punto de no retorno o intervenir eficientemente antes de que sea demasiado tarde (Convay Rand, 1977). La terapia con niños víctimas de Alienación Parental severa es a menudo imposible mientras continúen viviendo en el hogar del progenitor alienador.
Conclusiones
Entender el SAP es de máxima importancia para el bienestar del niño y el propio bienestar psicológico de los padres. Los padres divorciados, los abuelos, jueces, mediadores, abogados y psicólogos precisan entender la dinámica de la alienación parental, reconocer los comportamientos sintomáticos y saber ejecutar tácticas para combatir la disfunción.
La solución a este problema no es fácil. Todos los que de alguna u otra manera están implicados con el sistema familiar debieran conocer y diferenciar perfectamente este síndrome. Cualquier cosa que uno pueda hacer por comprender las circunstancias en que este fenómeno pueda darse y por entender las dinámicas subyacentes, servirá para ayudar a la familia.
A la hora de otorgar una guardia y custodia, un juzgado debe considerar la evidencia de la alienación parental. En la determinación del mejor interés para el menor, un juzgado debe considerar todos los factores relevantes y los intentos por parte de uno de los progenitores para destruir la relación del niño con el otro progenitor son, evidentemente, relevantes para la determinación del mejor interés para el menor.
La Alienación Parental comprende muchos tipos de conducta inapropiada. La legislación debería reconocer específicamente y condenar algunos tipos de comportamientos de Alienación Parental en sus leyes atendiendo al mejor interés para el menor.
Un juzgado debería considerar cuál de los dos padres es más probable que respete la cuota de amor, afecto y contacto debida al otro progenitor.
De manera inversa, un juzgado debería considerar si un progenitor ha intentado predisponer a un niño en contra del otro progenitor.
Específicamente, un juzgado, debería considerar si un progenitor le ha dicho a su hijo si el otro progenitor lo quiere dañar o, incluso, matar. (Id.).
Un juzgado debería considerar si un progenitor ha denigrado al otro en presencia del niño.
Un juzgado debería también considerar si un progenitor ha alentado al niño para ser desobediente e irrespetuoso con el otro progenitor.
Un juzgado debería considerar también si un progenitor ha comentado con el niño sobre el pleito.
Un juzgado debería considerar si un progenitor alienador ha intentado implicar a terceros.
Un juzgado debería considerar también si los abuelos están también implicados en las conductas de alienación.
Un juzgado debería considerar si un progenitor ha presentado falsas alegaciones de abuso.
Finalmente, un juzgado debería considerar si existe alguna evidencia que indique que un progenitor alienador interrumpirá su comportamiento en el futuro.
Considero importante continuar estudiando el SAP, aportando datos sobre los efectos que causan tanto en los menores como en los progenitores, buscando soluciones, tratando de concienciar sobre su importancia a abogados y juristas para que empiecen a darle la importancia que merece el SAP, y somos nosotros, los profesionales de la Psicología, quienes tenemos que transmitir nuestros conocimientos y experiencias, aportando las soluciones que creamos más convenientes mediante estudios científicos fiables.