En Torno a la Violencia Contra Las Mujeres y La Antropología
La campaña lanzada este año por la secretaría general de las Naciones Unidas (ONU) con motivo del 25 de noviembre, designado como « Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres », lleva por título « Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres ».
Este año, la campaña fija dieciséis días de activismo, desde el propio 25 de noviembre hasta el 16 de diciembre, que es el día designado como « Día de los Derechos Humanos ». Este es, desde 1993, el marco en el que la ONU quiere situar la violencia contra las mujeres y la violencia de género, el ámbito de los Derechos Humanos. La ONU intenta subrayar -con éxito, podríamos decir, que todas las mujeres que sean víctimas de la violencia han visto algunos de sus Derechos Humanos conculcados: el derecho a la vida, el derecho a la dignidad, etc…
La campaña de este año de 2015, como la de años anteriores, refleja las ideas contenidas en la resolución 48/104 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, a la que pertenece la llamada Declaración sobre la Eliminación de la violencia contra las mujeres. Esta declaración, del año 1993, define la violencia contra las mujeres como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
A su vez, entiende que la violencia contra las mujeres abarca las siguientes acciones, aunque, como es obvio, no se limita a ellas:
1. a) La violencia física, sexual y psicológica que se produzca en la familia, incluidos los malos tratos, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales nocivas para la mujer, los actos de violencia perpetrados por otros miembros de la familia y la violencia relacionada con la explotación.
2. b) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada dentro de la comunidad en general, inclusive la violación, el abuso sexual, el acoso y la intimidación sexuales en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros lugares, la trata de mujeres y la prostitución forzada
3. c) La violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.
En la campaña de 2015, la ONU señala que 1 de cada 3 mujeres y niñas experimenta violencia a lo largo de su vida, una cifra sobre la prevalencia de los hechos violentos contra las mujeres y las niñas que sostiene que el organismo internacional hable de “pandemia mundial”. Naciones Unidas define la violencia contra las mujeres como una pandemia mundial que adopta muchas formas, y que ocurre en los espacios públicos y privados, y distingue tres formas básicas de violencia: violencia física, violencia sexual y violencia psicológica.
La antropología social y cultural nos proporciona herramientas para mejor conocer el carácter estructural y estructurante de la violencia, tanto de la violencia interpersonal, como de la violencia colectiva. La violencia es un fenómeno ubicuo, pero invisibilizado y silenciado. A través del énfasis que la antropología pone en el trabajo de campo y de la importancia que se le confiere al discurso del informante o interlocutor, nuestra disciplina ha contribuido a la visibilización del fenómeno, así como a la superación de las políticas del silencio. Un ejemplo paradigmático son las múltiples obras etnográficas y antropológicas centradas en los discursos femeninos sobre las violencias sexuales sufridas por las mujeres durante las guerras, con un ejemplo de notable calado en las guerras balcánicas y africanas.
Entre las reflexiones interesantes que nos han aportado las investigaciones antropológicas sobre la violencia contra las mujeres y sobre la violencia de género no son de menor importancia las reflexiones sobre las terminologías.
Si hablamos de “violencia contra las mujeres” y de “violencia de género” ha de tenerse en cuenta que no hemos consensuado estos términos para simplificar fenómenos multifacéticos, ni para esencializar sobre problemáticas heterogéneas, sino para subrayar un factor que pensamos relevante para señalar que las mujeres son las receptoras de la violencia, con el primer término, y que el género es un factor estructural en ciertos hechos violentos, con el segundo. Es cierto que en ocasiones, las categorías que pretenden iluminar nuestro conocimiento de los fenómenos, pueden resultar un tanto oscuras, equívocas, e incluso estigmatizantes, y por ello adquieren relevancia los estudios etnográficos y antropológicos, para evaluar el valor heurístico de los términos, que han de ser constantemente revisados.
Los términos de “violencia contra las mujeres” y de “violencia de género” emergen de un consenso bastante sólido, pero no están exentos de crítica, como debe acontecer en cualquier disciplina de conocimiento en torno a cualquier concepto. Si algo puede proporcionar la antropología, que es una disciplina que privilegia el trabajo de campo etnográfico, in situ, y los enfoques comparativos, son reflexiones sobre la complejidad de lo social, sobre la hererogeneidad y sobre las particularidades.
Estos dieciséis días de activismo marcados por Naciones Unidas pueden ser los días ideales para ser activistas contra la violencia contra las mujeres y la violencia de género a través de la lectura. Leamos etnografías y antropologías que mejoren nuestro conocimiento sobre aquellos hechos violentos que pretendemos erradicar de nuestras sociedades y de nuestro día a día.
Por favor ayúdanos a difundir compartiendo esta nota en tus redes sociales.