Shirisha huyó de su casa en un pueblo de Nepal con 11 años para evitar ser casada. De camino a la capital fue engañada y acabó siendo vendida a un burdel.
Amenazas de torturas, abuso y drogas fueron su realidad durante los meses que pasó allí encerrada. Un rostro más olvidado a manos de la explotación sexual.
Ahora, con 19 años, está empezando a dejar el pasado atrás, aunque eso no sea sencillo: «Incluso cuando quieres olvidar, no puedes».