Los efectos de la crisis falsean los datos de violencia de género

Nov 18, 2013 | General

La reducción del número de denuncias y de víctimas mortales es un espejismo; una «bolsa oculta de maltrato» ligado a la violencia económica, según las expertas
PAULA DÍAZ/ANNA FLOTATS Madrid 18/11/2013

Menos denuncias y menos víctimas mortales de la violencia de género. Este es el mapa que dibujan las estadísticas de violencia machista de los últimos años. Podría parecer alentador, pero no es oro todo lo que reluce. Tanto el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad como los expertos en este ámbito recelan de estas cifras porque, afirman, son un efecto provocado por la crisis que dista mucho de ser positivo.
2012 fue el año con menos mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas desde que el Gobierno empezó a contabilizarlas en 2004, cuando entró en vigor la Ley integral contra la violencia de género. El año pasado, fueron 52 las víctimas mortales de la violencia machista, nueve menos que en 2011, 21 menos que en 2010, cuatro menos que en 2009 y 24 menos que en 2008. Este año parece que las cifras van por el mismo camino que el anterior porque, a falta de un mes para que finalice 2013, han sido 44 las mujeres que han muerto asesinadas. Pero, según expertos en esta materia, este descenso no es más que un espejismo.
Y es que la crisis y las políticas de austeridad que se han llevado a cabo desde entonces han tenido como consecuencia el recrudecimiento de la llamada violencia económica. Es decir, que las mujeres afectadas por la reforma laboral, los recortes en Dependencia o los despidos en el empleo público han vuelto a depender de sus maridos, reconvertidos, como en épocas pasadas, en los principales sustentadores de la economía familiar. Además, las políticas de recortes también están poniendo en peligro los recursos para las víctimas. De hecho, el último borrador de la reforma local obligaría a cerrar a los centros municipales de asistencia a mujeres maltradadas. Todo ello, unido al aislamiento, el maltrato psicológico que anula a las víctimas y las deja sin voluntad, o el miedo a los golpes y la muerte tiene un resultado final tramposo: se reduce el número de denuncias, pero no porque hayan disminuido los casos de violencia.
En lo que va de año, 44 mujeres han muerto a manos de sus parejas o exparejas
Las cifras así lo demuestran: el número de víctimas mortales que había denunciado a sus agresores también se ha reducido en los últimos años. En 2010, tres de cada 10 víctimas lo había hecho. Un porcentaje que se redujo al 24,6% en 2011 y cayó al 19,2% el año pasado. En lo que llevamos de 2013, sólo un 18,2% de las mujeres asesinadas había denunciado previamente a su agresor. De hecho, las denuncias por violencia de género han disminuido en un 9,6% en los últimos cinco años, según el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Una caída que la institución atribuye a la crisis, dado que «el empeoramiento económico tiene un efecto disuasorio en las víctimas», como afirmó la presidenta del Observatorio, Inmaculada Montalbán, al presentar estos datos a finales de septiembre.
La dependencia económica de las víctimas de violencia de género hacia sus maltratadores sigue siendo un obstáculo para denunciar y la crisis no ha hecho más que agravarlo. «Las mujeres creen que contarán con menos recursos económicos y tienen miedo de no poder alimentar o pagar el colegio de los hijos», ejemplificó Montalbán.
Menos medidas cautelares
El número de denuncias por violencia machista lleva disminuyendo desde 2008. En el primer semestre de este año cayó un 4,2% respecto al mismo período de 2012: de 63.665 a 60.981, aunque ha habido un incremento puntual, de 29.487 a 31.494 casos, en los últimos tres meses. En consecuencia, también han disminuido las medidas cautelares impuestas por los juzgados de violencia de género. Por ejemplo, las 7.750 órdenes de protección acordadas en el primer trimestre de 2012 se han quedado en 4.583 en el mismo periodo de este año, lo que supone un descenso de casi el 40%.
Por todo ello, tanto el Observatorio como los expertos en violencia machista coinciden en dar la voz de alarma ante lo que consideran una «bolsa oculta de maltrato». Los datos son los que son, pero advierten de que no hay que pensar que la violencia de género está retrocediendo porque hay menos víctimas mortales y menos denuncias. Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación Mujeres Progesistas, resalta además otro escenario alterado por la crisis: «Las mujeres se separan y se divorcian menos que antes porque tienen menos recursos económicos». Eso también hace disminuir el número de asesinatos porque «el peligro de sufrir una agresión aumenta cuando ellas abandonan a sus parejas», recuerda.
«La violencia económica es muy agresiva, porque no se ve y lo que no se detecta, no se combate», denuncia la exsecretaria de Estado de Igualdad
En la misma línea se expresan también la exsecretaria de Estado de Igualdad, Laura Seara, o la directora de la cátedra de Género en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Laura Nuño. Ambas enumeran las consecuencias que el «austericidio» ha tenido en la situación de las mujeres y que ha provocado el recrudecimiento de la violencia económica.
«Al principio la crisis afectó más a los hombres, género mayoritario en el sector más afectado, el de la construcción, pero a lo largo de los años se ha visto que las mujeres han sido las grandes perjudicadas», explica Seara. «Como son ellas las que tienen más contratos temporales, a tiempo parcial, etc., son ellas las que han vuelto a ocuparse de la casa y el cuidado familiar mayoritariamente», argumenta. «Luego llegó la reforma laboral y esa situación se agravó aún más», denuncia la diputada del PSOE en el Congreso.
«Estas pérdidas las hacen volver a depender de sus parejas y las envuelven, a ellas y a sus hijos, en una sumisión y un silencio intolerables», lamenta.»Ahora volvemos a hablar —aunque nunca hemos dejado de hacerlo— de la necesidad de emancipación de las mujeres», agrega la socialista. «El impacto del desempleo en las mujeres ha sido mucho mayor, su precarización es también mayor y todo eso hace que ellas tengan menos recursos para salir de la violencia», resume también Laura Nuño, que lamenta los recortes «no tanto en materia de violencia de género, pero sí en políticas de igualdad». «Al final una cosa lleva a la otra: si no se fomenta la igualdad, eso influye en la violencia», explica la experta.
«La violencia económica es muy difícil de detectar y, de hecho, no está reconocida como tal en la Ley Integral contra la violencia de género, aunque sí en otras leyes internacionales», apostilla Nuño. «Para demostrarla, además, la víctima tiene que encontrar a un juez que sea capaz de reconocer los síntomas de la violencia psicológica», lamenta. «Una (la económica) lleva a la otra (la psicológica), pero ambas son difíciles de probar», lamenta. Seara, por su parte, alerta de este tipo concreto de «arma de dominación masculina»: «La violencia económica es muy agresiva, terrible, porque no se ve y lo que no se detecta, no se combate», concluye.

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